Algunas reflexiones sobre este día...
Este día es complicado para mí desde que me convertí en padre. Por una parte, vivirlo desde el punto de vista de padre es una cosa. Y no tengo mucho bueno qué decir al respecto. Como padre, me parece un día inútil en el mejor de los casos y degradante en el peor. Inútil porque en realidad no se trata de nosotros, los padres. Reconocerme la labor de padre no es necesario para mí, pues es una labor continua y poco apreciada que oscila entre ser padre y ser esposo, y ser padre al mismo tiempo en que la madre es madre y esposa...los que son padres me van a entender, y las madres se van a sentir por esto, pero esa no es mi intención. Es una cuestión de prioridades y jerarquía de valor. Voy a hablar por mí únicamente, porque sé que hay padres que disfrutan mucho de este día y no pretendo devaluar su disfrute. Pero hablando por mí, no necesito ni necesariamente quiero que se me reconozca nada. Primeramente, es la naturaleza misma de la labor realizarla en silencio y tras bambalinas - la estrella de este show es la madre, y esto se ve claramente al comparar el impacto del día de las madres con el del día del padre. Y no reniego de ello, esto está bien. Yo no festejo a mis alumnos que hagan su tarea, los mejores lo hacen con gusto porque a eso van a la escuela; quien siente la necesidad de recibir reconocimiento por cumplir realmente está dando a entender que lo hace para eso y no porque hacerlo le otorgue satisfacción. No es entonces un auténtico estudiante en ese sentido, pues no está dispuesto(a) a cargar con la parte trabajosa que conlleva el ser considerado(a) estudiante. Es bonito saberse apreciado, pero no es necesario - esto es lo que intento decir. De todos modos ser padre es como invertir a largo plazo. No se ven los frutos de la inversión hasta mucho después, y eso también está bien. Además, lo que se le festeja al padre es lo que se ve, y no lo que no, que suele ser mucho más que lo visible. Pero lo voy a resumir en una frase: Nada que recibamos en este día, sean regalos, atenciones, detalles, invitaciones, lo que sea - nada nos puede complacer más que un simple logro de nuestros hijos, una meta alcanzada, una etapa superada, un paso más hacia la plenitud de su desarrollo como seres humanos. NADA. El primer paso de mi hija. Sus primeras palabras. La primera vez que resuelve un problema por sí misma. Llevarla al cine por primera vez a los tres años y que aguante toda la película atenta, y callando a otros niños que no pueden darse cuenta de que fueron a ver algo que está en la pantalla y no en otra parte de la sala. ESTAS satisfacciones detienen el tiempo para nosotros, crean en nuestra memoria un registro permanente que podemos gozar una y otra vez a nuestro antojo. Esto es ser padre, y para mí, punto. Por eso, es un día inútil por definición. No tiene utilidad excepto para los hijos.
Ah, pero como hijo, sobre todo hijo que ahora es padre...eso es otra historia. ¿Cómo empatar los sentimientos que acabo de expresar arriba, con el profundo agradecimiento que siento continuamente hacia mi padre? ¿Con una corbata le puedo decir que lo quiero y que es su voz la que escucho en mi interior cuando no sé cómo hacer frente a un problema o una dificultad, o un dilema moral? Con una tarjeta y una botella de licor fino, ¿puedo realmente decirle que entiendo cada día mejor todo lo que hizo por mí, lo que le debe haber costado el ser mi padre en momentos muy difíciles que le causé? Creo que no, y creo que intentarlo por ese medio me pone en la situación de corresponderle el haberme dado tantas cosas cuyo valor es imposible de cuantificar, con una muestra inadecuada de agradecimiento. De ahí, que me parezca degradante este día, pues a pesar de nuestras mejores intenciones como hijos, es imposible devolverle al padre lo que nos ha dado. Además, el padre no quiere que le devuelvan nada. Al fin de cuentas, me vuelvo a poner en el papel de padre y me doy cuenta, como tal, de que lo único que me puede hacer sentir satisfecho de mi labor como padre, será ver a mi hija convertirse en madre y saber que es una buena madre para sus hijos, que entiende la importancia de la labor, que lo hace con amor, valores e inteligencia, y saber que, si no me toca ver a mis nietos, puedo retirarme del mundo tranquilo, sabiendo que no rompí la cadena y que ésta perdura. Estas reflexiones son mi intento de hacerle saber a mi Padre que lo tengo muy presente, no hoy sino todos los días de mi vida, como padre y como hijo, y que lo honro cada día a mi manera - Feliz Día del Padre, Papá, te quiero mucho y estoy haciendo mi mejor esfuerzo por hacer que una parte de mi vida sea un testimonial vivo de lo que has sido, eres, y seguirás siendo para mí.
------E
1 comentario:
Chingonas (y, si se permite, compartidas) tus reflexiones sobre la dicotomia de la paternidad...Oliver
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